Me queme con la vergüenza;
una mirada oxidada
rechinando sobre mí en cada parpadeo;
lúgubres pupilas de brillo ensordecedor
sofocando mis lamentos.
Me encogí hasta crujir mis huesos;
ninguna palabra;
sólo miradas y tímidas lágrimas.
El ruido metálico de una fría bala
cayendo como una lágrima que se reservaba en un pedestal;
salpicando de ruido mi autoestima;
cortando los suaves acordes de mi respiración
no se puede esperar de mí lo que parecía esperado;
suelo desilusionar.
Una fría brisa de inseguridades ha entumecido mi visión;
los colores desvanecidos en color recuerdo;
el sonido desesperado, aún mojado en un sediento reloj,
unos ojos desorbitados que han olvidado su verde color en el olvido;
lágrimas brillantes de cristal;
caras que ya han conocido mis molestias, reposan suspendidas sobre la tristeza,
mi mirada cae sobre el suelo donde siempre suele terminar.
una mirada oxidada
rechinando sobre mí en cada parpadeo;
lúgubres pupilas de brillo ensordecedor
sofocando mis lamentos.
Me encogí hasta crujir mis huesos;
ninguna palabra;
sólo miradas y tímidas lágrimas.
El ruido metálico de una fría bala
cayendo como una lágrima que se reservaba en un pedestal;
salpicando de ruido mi autoestima;
cortando los suaves acordes de mi respiración
no se puede esperar de mí lo que parecía esperado;
suelo desilusionar.
Una fría brisa de inseguridades ha entumecido mi visión;
los colores desvanecidos en color recuerdo;
el sonido desesperado, aún mojado en un sediento reloj,
unos ojos desorbitados que han olvidado su verde color en el olvido;
lágrimas brillantes de cristal;
caras que ya han conocido mis molestias, reposan suspendidas sobre la tristeza,
mi mirada cae sobre el suelo donde siempre suele terminar.
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